Venimos diciendo que el uso de las energías renovables es muy importante en la correcta gestión energética y que
aporta una serie muy importante de ventajas con respecto a las tradicionales
energías consumidoras de combustibles fósiles. Pero también presentan algunas
desventajas, que aunque no son muy importantes, hay que tener en cuenta e
intentar solucionar.
En este caso trataremos una, que junto a su elevado coste de
implantación, es una de las más importantes. Se trata de la problemática que
presenta en lugares donde se depende exclusivamente de este tipo de energía,
como casas aisladas sin conexión a la red pública. En estos casos, si
desaparece la fuente de energía, el sol o el viento, desaparece también la
electricidad disponible, debido a la instantaneidad de generación y consumo de
esta energía. Por lo que la solución pasa por poder disponer de energía
eléctrica acumulada, que aunque es algo que va en contra de lo que acabamos de
decir, se puede conseguir mediante los acumuladores eléctricos.
También se le puede llamar generador secundario, ya que sin
haber recibido electricidad antes, no puede suministrarla.
Es el sistema utilizado por las tradicionales baterías, pero
mejorado para conseguir mejores resultados en las situaciones descritas anteriormente.
Usa procedimientos electroquímicos que devuelven la casi totalidad de la
energía cargada con anterioridad.
El principio de funcionamiento es mediante el proceso de reducción-oxidadación,
que consiste en el intercambio de electrones de un componente a otro del
acumulador sin que se consuman o pierdan, retornando a la situación inicial
cuando se acaba el proceso.
Existen distintos tipos en cuanto a la naturaleza de los
componentes utilizados y dependiendo de cuál es el propósito del acumulador y
el tamaño necesario.
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